3 de set. de 2012

Una constructora de Candás hará viviendas en Brasil.

 
Construcciones Costa Verde S.A. ha creado una filial llamada Asturcón en la sexta economía del mundo (está por delante del Reino Unido) para edificar y vender inmuebles en Vinhedo, una población de 60.000 habitantes que está en pleno crecimiento y a pocos kilómetros de Sao Paulo, principal centro financiero y ciudad más poblada del país con 11 millones de personas.

El déficit de viviendas en Brasil podría convertirse en una verdadera oportunidad. «Aquí está todo parado y hay que hacer algo», explican. Costa Verde ha optado por hacer condominios, una especie de chalés con todo tipo de comodidades. El ladrillo es uno de los sectores más efervescentes del país debido al impacto del Mundial y las Olimpiadas. Quizá por esta razón Tudela Veguín ha sellado un contrato en el país sudamericano y enviará 300.000 toneladas de clinker, materia prima de que se obtiene cemento.

El coste del metro cuadrado de las viviendas está subiendo como la espuma. También influye que las autoridades se propusieran reducir considerablemente las favelas desde el paso por el gobierno de Lula Da Silva, premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional en 2003.

La empresa de Carreño amplía horizontes en otro continente acabado el boom inmobiliario en casa. De todas formas, tanto Costa Verde como Inmobiliaria Mier seguirán manteniendo la actividad en el municipio. «Mi hermano y yo estaremos en Brasil, pero mi otra hermana quedará en Candás», explicó Gemma Mier Corral. No en vano, la empresa ha hecho gran número de las promociones que pueden considerarse recientes en la villa. La última: los pisos de lujo que aún están en venta en la avenida de la Constitución, al lado del edificio del sindicato CNT. «Hay mucha gente interesada, pero los bancos no dan hipotecas, así que hemos optado por el alquiler con opción a compra desde 400 euros», describe. Además, también ejecutó con éxito otras construcciones como la de la calle Doctor Fleming, en la Avenida del Ferrocarril y en el barrio de La Matiella, entre otras.

Los miembros de la empresa familiar ya han viajado a Brasil para comprobar la situación del sector del ladrillo in situ y aprender el idioma. Uno de ellos, seguía en Brasil durante agosto haciendo gestiones. El brasileño les está resultando un idioma sencillo, más que el portugués, porque con un curso de un mes «ya podía mantener perfectamente una conversación por teléfono, aunque al principio fue un poco duro porque entendía muy poco», dice Gemma.

Lo único negativo de este nuevo camino empresarial es que, a pesar de ser un pueblo receptivo, aún son considerados turistas porque Brasil «pone bastantes pegas para dar el visado de trabajo. Es uno de los países más severos del mundo en esto», explica Silvia Mier. Y es que parece que las tornas han cambiado y ahora españoles, portugueses e italianos están revirtiendo el flujo migratorio. «Han aumentado las restricciones para los extranjeros. Las autoridades brasileñas miran con lupa a los inmigrantes», explica un trabajador de la embajada española en El País.

Invertir en Brasil también tiene sus peligros. El FMI advirtió el 31 de julio, a través de Christine Lagarde, que «hay un riesgo de que el sistema financiero pueda ser víctima de su propio éxito». ¿La razón? Afectaría, como en Europa, a las familias excesivamente hipotecadas ante una subida repentina de los tipos de interés. De todas formas, no hay que olvidar que los brasileños encontraron la tercera reserva de petróleo más grande del mundo justo cuando Europa entró en crisis, en 2008.

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